lunes, 25 de agosto de 2008

Una desconocida en una nueva jungla

Caminaba por la calle, con el mp3 encendido, escuchando su música, observando como el resto de la gente caminaba sin preocuparse por nada, todo automatizado en sus cabezas, la rutina. Todo el mundo parecía saber su destino, cada uno absorto en sí mismo, sin preocuparse por el que tenía al lado, disculpándose automáticamente cuando chocaba contra alguien, parecía que un "lo siento" lo arreglaba todo, respetar los semáforos, al resto de peatones y cada uno a lo suyo. Iban a sus trabajos, a comprar a una tienda, a por sus hijos al colegio, quién sabe qué haría cada uno en ese preciso instante, todo parecía tan normal...

Ella andaba por andar, sin un rumbo fijo, sin un destino, caminaba para olvidar sus errores, para reorganizar todo en su cabeza. ¿Qué era lo que había fallado? ¿Por qué huyó? Sólo ella lo sabía pero, no quería darse cuenta. No quería entender que era hora ya de madurar, de asumir sus gravísimos errores, que no todo era de color de rosas, que la vida no era fácil, que cada uno debe sobrevivir por sí mismo, que no puede esperar que otros vengan y la cojan de la mano, que la ayuden a levantarse cuando se cae. Sí, eso era lo que debía de ser, que tus amigos, tu familia te ayude cuando te caes, te aconseje cuando no sabes que hacer, te guíe cuando tienes miedo. Pero, ¿qué haces cuando has perdido a toda esa gente? ¿cuando te miran como si no te conociesen? ¿cuando se apartan cuando pasas a su lado? Sí, por eso había huido, por que no quería volver a cruzarse con nadie que le apartase la mirada, por eso había volado a otro país, por eso había iniciado una nueva vida.

Y ahora observaba su nueva ciudad, a los habitantes de ésta, quizás había sido buena idea trasladarse a una ciudad grande en un país diferente o, quizá no, el tiempo lo diría. Aquí parecía que nadie se fijase en el de al lado, que lo único que importase fuese uno mismo, sobrevivir en una jungla de automóviles, edificios y ordenadores. Todo repleto de tecnología punta. La gente vestía como quería unos con trajes y corbatas, otros con plataformas y pantalones pitillos, habían que tenían crestas como si fuesen gallos, llenos de tatuajes, los había que iban repeinados con gomina, era un zoológico humano.

Se sentó a descansar en un parque enorme, veía pasar a la gente, unos corriendo, otros caminando, alguna pareja pasaba mientras se cogían de la mano, los perros corrían a su antojo, habían ardillas por todos lados, patos que caminaban por el césped, familias enteras sentadas en un mantel comiendo, los niños correteando y jugando. Le empezaba a gustar esta nueva ciudad, sus habitantes no parecían tan absortos en sí mismos como le habían parecido en un principio. Se tumbó en el césped a disfrutar de lo que quedaba de día, se quitó el mp3 y se sonrío a sí misma. Sería un buen año.

No hay comentarios: